Estimados feligreses:
Hace unos días, al comienzo de la Cuaresma, recordábamos unas palabras de la predicación de Cristo que recoge San Marcos: el reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el evangelio. Ahora, en este mes de marzo, con el inicio de la primavera, cuando reflorece la naturaleza, ojalá florezca de nuevo nuestra vida cristiana acogiendo la invitación de Jesús.
En estas semanas, corazón de la Cuaresma, les sugiero concretar un propósito, pensando cuál sea la principal área de oportunidad en nuestra vida espiritual; qué podríamos hacer para mejorar sobre todo nuestra manera de vivir el principal mandamiento, la principal enseñanza que nos dejó Dios: amarlo sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos para recorrer así el sendero que conduce a la vida.
Un himno de la liturgia cuaresmal quizá pueda ayudarnos a concretar:
«Seamos, pues, más sobrios,
en hablar, en comer y en beber,
en dormir y en jugar, y
perseveremos con más rigor
en la vigilancia.
Evitemos los males que se infiltran
en los corazones ociosos y no
demos cabida a la tiranía
del astuto Enemigo.
Y haz, oh Trinidad Beatísima,
Unidad simplicísima,
que sea provechosa para tus fieles,
la ofrenda de este ayuno, Amén.»
El Papa nos pide continuamente oraciones; no dejemos de acudir a San José pidiendo su intercesión ante tantas necesidades de la Iglesia y del mundo entero.
P. J. Armando Ruiz